Especie desconfiada y codiciada por muchos pescadores, la lubina ofrece el lance espectacular que todo pescador anhela. El sigilo es nuestra mejor “arma” para apresarla, de ahí que el kayak se convierta en una opción muy válida.
Apreciada tanto en la pesca como en gastronomía, este pez también conocido como robaliza o róbalo, proporciona una excepcional batalla y resulta complejo que entre al engaño en su edad adulta. Hasta que alcanza el kilo de pesca, la lubina se alimenta en zonas muy próximas a la costa con gran voracidad para aumentar rápidamente de peso. Cuando ya alcanzan dicho peso comienza su periplo por aguas abiertas hasta la época del desove, que suele producirse entre los meses de diciembre y marzo, en los que es más fácil encontrar cardúmenes con ejemplares de gran tamaño relativamente cerca, ya que suelen hacer la puesta en zonas de más de 10-12 metros de profundidad.
La lubina, que según los expertos muestra un comportamiento esquivo, desconfiado y caprichoso, a pesar de ser una gran depredadora selecciona a sus presas por la facilidad de poder comer con gasto mínimo de energía. Esto significa que una muestra mal presentada la hará desconfiar pero una moviéndose demasiado rápido, también la hará desistir.
Diferentes técnicas desde kayak
El kayak nos ofrece una de las mejores opciones para poder tentar a esta especie, principalmente por el silencio en los desplazamientos en los lugares en los que podemos ser fácilmente detectables por nuestra presa. De modo que, conociendo esta ventaja, evitaremos al máximo posible cualquier chapoteo con la hoja de la pala que delate nuestra presencia ante tan astuto adversario. Con esta ventaja podemos tratar de capturar la lubina con diferentes técnicas como puede ser a spinning, tanto con señuelos duros como blandos, a curricán con señuelo o con cebo vivo, o bien fondeados.
Una de las técnicas más efectivas durante todo el año es el spinning con señuelos blandos, estos los tenemos en numerosas medidas y formas con imitaciones de todo tipo.
En los meses invernales y a principios de la primavera darán muy buen resultado sobre fondos arenosos los conocidos como anguilones o raglous. Estos imitan al lanzón, especie de la que se suelen y que en esa época tiene una mayor presencia. Podemos hacer uso de ellos con recogidas lineales utilizando una pequeña cabeza plomada o una bombeta para lograr mayores distancias en los lances o en un montaje twin, si queremos pescar más vertical. Éste consiste en montar dos señuelos que se cruzan entre sí a cada tirón dando la sensación de ser un pequeño banco. Este sencillo montaje proporciona muy buenos resultados. Si por el contrario, nos encontramos en una zona de fango o en la entrada de alguna ría en los meses invernales, las imitaciones de angula o pequeñas anguilas son mucho más efectivas con el mismo sistema.
Llegado el verano y durante el otoño, darán mejor resultado imitaciones de peces o camarones sin plomar. Esto se debe a que la caída del señuelo en el radio de acción de nuestro objetivo es más natural y en lugar de asustarse por un impacto fuerte, preferirán estas muestras. Trataremos que el movimiento denote que es una presa fácil alternando breves recogidas con tirones y paradas.
Cuando nos acercamos a rompientes y espumeros siempre tendremos en cuenta la deriva de las corrientes para poder pescarla sin riesgo. Éstas son las zonas por excelencia en las que acecha oculta entre las aguas movidas a su alimento, se trata de sitios más arriesgados para un kayak, es por ello que debemos prestar mucha más atención aún a nuestra propia seguridad. Una de las mejores formas de pescar en estos lugares, si es posible, es colocarnos tras la piedra que provoca la rompiente y lanzar hacia afuera para en la recogida adentrar nuestro señuelo en la espuma como si el oleaje estuviera obligando a un pequeño pez a adentrarse en la zona. Tengamos en cuenta que siempre nos colocaremos proa a la rompiente sin perderla de vista en ningún momento y aunque resulte algo más incómodo, mantendremos la pala colocada en nuestro regazo por si debiéramos actuar rápidamente si la corriente o el oleaje nos lleva hacia las rocas. En estas situaciones ya deberemos utilizar los señuelos de cabezas plomadas para lograr mantener nuestro artificial en la zona deseada y poder transmitirle un efecto natural.
Las mejores condiciones
Como en todas las modalidades, buscaremos las condiciones más propicias para poder hacernos con tan codiciada captura. El momento en que la lubina está más activa es durante el amanecer y el anochecer; también los días grises o con niebla ya que la capacidad de las mismas para emboscar a sus presas es mayor. Asimismo, se considerarán factores como que haya presencia de corrientes fuertes y, por supuesto, rompientes con espuma donde está ahí esperando a que el alimento pase frente a ella. Otro de los factores a tener en cuenta son las mareas, en invierno los días inmediatamente siguientes a temporales y en los repuntes de mareas, suelen activarse más mientras en verano habrá que hacerlo a la inversa adentrándonos en días con algo más de ola.
Equipo a usar
Adaptaremos el equipo al señuelo que pretendemos utilizar, si bien para utilizar los artificiales en zonas calmas una caña con acciones comprendidas entre los 5-25 gramos es ideal para la utilización con los anguilones, cuando hablamos de rompientes y al utilizar muestras más pesadas pasaremos a utilizar cañas de hasta 50 gramos. Al tratarse de una modalidad en la que tendremos mucho tiempo la caña en la mano, el carrete no ha de ser muy grande, entre un 2000 y 4000 será suficiente siempre cargado con un hilo trenzado de una talla no mayor de 0,17 mm de diámetro, y finalizado con un fluorocarbono de hasta 0,24 mm de calidad, adaptándolo al tamaño de nuestro engaño. Y es que la lubina tiene una vista muy buena y si utilizamos un terminal demasiado grueso con un señuelo pequeño, éste quedará rifado delatando su presencia y al mismo tiempo no permitirá que el movimiento del señuelo sea correcto.
