La flota del Ocean Raid – Gran Prix del Atlántico en Martinica

El pasado 8 de enero, siete embarcaciones pusieron rumbo a Cabo Verde, para cubrir la primera etapa Lanzarote – Mindelo, de 955 millas, del Ocean Raid – Gran Prix del Atlántico, duodécima edición del evento transatlántico que se celebra cada dos años y que, desde 2020, ha adoptado el formato de rally, sin clasificaciones. El 17 de enero la flota retomó la navegación para cubrir la segunda etapa: Cabo Verde – Martinica, un total de 2.083 millas náuticas.

Organizado por Difusión Náutica y el Club Náutico Skipper, en colaboración con Marina Rubicón, Marina de Mindelo y Marina du Marin, la regata Ocean Raid – Gran Prix del Atlántico es de los pocos eventos transatlánticos de organización totalmente española. Cuenta también con el patrocinio de Ausmar, Sailwiz y Cenáutica.

La flota en Cabo Verde

Con salida desde Marina Rubicón, en Lanzarote, y llegada en Marina de Mindelo, Cabo Verde, la primera etapa del Ocean Raid – Gran Prix del Atlántico fue muy rápida, con alisios que se mantuvieron estables sobre los 20 nudos de intensidad. El conjunto de la flota llegó a su destino en Marina de Mindelo, tras cinco días de navegación. El primero en arribar de madrugada a puerto fue el Islay Dos, Sun Odissey 49 de Artur Soto, seguido del H43 Habana, Bavaria 50 de Miguel Hernández.

El navegante solitario, Fernando Goizueta, a bordo del Baltic 54 Siesta, compartió un vídeo en el que se pueden apreciar las condiciones a las que se enfrentó la flota en la primera etapa.

En Marina de Mindelo, los participantes pudieron disfrutar de un merecido descanso y compartir sus experiencias de esta primera etapa en una cena con música en directo, organizada en el palafito de la marina, donde fueron acogidos por Ivenice Estevao, directora, y Jackie Gomes, Capitana de Marina de Mindelo.

El grueso de la flota tomó la decisión de retrasar la salida de la segunda etapa Cabo Verde – Martinica, para acabar de hacer los últimos preparativos y reparaciones, pues los pilotos automáticos y de viento de algunas embarcaciones habían sufrido algún percance en la etapa precedente. Dos embarcaciones, el Ulteria, Catana 431 de Jaime de Muller, y el Islay Dos de Artur Soto, retrasaron unas horas su salida, pero finalmente zarparon a las 17 h del 17 de enero, día inicialmente previsto por la organización, mientras que el resto de la flota lo hacía al día siguiente, a las 12 h del mediodía.

Esta salida escalonada iba a resultar decisiva en los tiempos de llegada finales, pues una zona de encalmadas se movía de este a oeste, atrapando a la cola de la flota y afectando en menor medida a los que estaban en cabeza.

Rumbo al Caribe

Los primeros días de navegación estuvieron marcados por alisios estables de unos 20 nudos de intensidad que permitieron a la mayoría de los barcos marcar sus mejores registros, como las 180 millas que conseguían devorar en 24 horas los más rápidos. El Utreia y el Islay Dos, que había salido unas horas antes que el resto, pudieron aprovechar la intensidad del viento de esos primeros días de singladura poniendo millas por medio respecto al resto de la flota.

A mitad de travesía, con 1.000 millas recorridas y otras tantas por recorrer, una zona de encalmadas se extendió de este a oeste y afectó a la totalidad de la flota, pero especialmente a los que estaban más atrás. Vientos sin dirección establecida de 2 a 6 nudos de intensidad fueron la tónica durante 5 días, en los que los navegantes tuvieron que poner a prueba su temple para seguir avanzando. Así, por ejemplo, el 29 de enero el navegante solitario Juan Antonio Martín, a bordo del Vagabundo, apenas conseguía recortar 37 millas en 24 horas a las 881 millas que le separaban aun de Martinica.

Match-race en la cabeza de la flota

En la cabeza de la flota, el Islay y el Ultreia, que se encontraban ya a unas 350 millas de Martinica, se vieron afectados en menor medida por la caída del viento. Fueron apenas dos días en los que sufrieron las calmas, pudiendo finalizar la travesía con una media de 152 millas recorridas por día. Su duelo particular se mantuvo en todo momento, con una distancia entre barcos que no superó nunca las 65 millas y que el Ultreia recortó en los últimos días para protagonizar un “match-race” con los dos barcos a la vista en su aproximación a Martinica, donde finalmente llegaron la madrugada del 31 de enero con apenas una hora de diferencia, tras 13 días de navegación.

Los siguientes barcos en llegar lo hicieron 3 días más tarde. El H43 Habana, Bavaria 50 de Manuel Hernández, y el Siesta, Baltic 54 de Fernando Goizueta arribaban a Marina du Marin el 3 de enero, mientras que el Blaumarí, Belliure 41 de Meritxell Cornudella, lo hacía el día después. Considerando que habían salido un día más tarde que los dos primeros, completaban el cruce Atlántico en 15 y 16 días, respectivamente.

Finalmente, a última hora del 5 de febrero, y tras 17 días en alta mar, llegaban los dos últimos barcos: el Vagabundo, Oceanis 34, del solitario Juan Antonio Martín, y el Colomba IV, Hunter 37.5 de Paco Vaño, con tripulación A2.

Festejos en Martinica

Los participantes pudieron compartir experiencias en la cena que se organizó el martes 7 de febrero, donde Armando Guilarte, responsable de la organización en Martinica, acompañado por representantes de la Oficina de Turismo, hizo entrega a todos los armadores y tripulantes de la maqueta de una Yola, tradicional embarcación de Martinica, con el logo conmemorativo de la XII edición del Ocean Raid – Gran Prix del Atlántico.

www.granprixdelatlantico.com