Cefalópodos a Eging

Todos los pescadores embarcados somos conscientes que, cuando decae la deriva y el barco no se mueve, es prácticamente imposible pescar cefalópodos. Existen dos soluciones para seguir pescando: usar motores eléctricos o pescar a eging.

La técnica de eging lleva practicándose hace unos años por los pescadores de tierra. Consiste en lanzar jibioneras provistas de peso a modo de casting y tentar a todo tipo de cefalópodos. Se está poniendo de moda usar esta técnica embarcados en kayaks y desde cualquier embarcación.

El eging es una disciplina de pesca muy simple, por las características generales de los calamares, sepias y pulpos que vamos a tentar. Una vez encontremos las piezas, al rato nos podremos hacer con un puñado de ellas.

Ventajas y limitaciones

Al tener que sostener la caña en mano, no podemos estar pescando con varios equipos a la vez, como se hace habitualmente. Es una pesca muy activa, los pescadores lanzamos y damos vida al señuelo en todo momento. Usamos un solo señuelo y evitamos los engorrosos líos que pueden formarse al pescar con dos o tres jibioneras en la misma línea. Podemos pescar en vertical pero también al lanzado, rastreando todas las capas de agua y las distintas especies que habitan en ella.

Material

Aunque nos sirve el equipo que tengamos de spinning o casting, en el mercado hay modelos específicos de cañas que nos pueden facilitar la pesca.

Las cañas de eging suelen rondar los 2,5 m de largo, son varas firmes, duras en sus tres cuartas partes, pero la última, la de punta, es bastante más sensible que una caña de spinning convencional. Veremos también que vienen armadas con muchas más anillas de lo habitual, y que éstas son muy pequeñas, dado que los hilos a usar son de escaso diámetro. La sensibilidad de estas cañas viene por la acción que tienen (de punta y semi-parabólicas), por su blank de calidad (ligero, potente y sensible) y su gran número de anillas, aportando al pescador mucho más tacto y un control total.

El carrete debe de ser pequeño. No hace falta que albergue gran cantidad de hilo y el freno sólo lo usaremos cuando pique algún gran ejemplar, pues en la mayoría de casos, no nos van a sacar ni un metro de nailon. Ajustaremos el freno del carrete en función de las cualidades de la caña, aflojándolo cuanto más dura sea ésta y cerrándolo cuanto más blando sea el blank.

Los hilos pueden ser de nailon o trenzados, lo más finos posible, sea cual sea nuestra elección más personal. Un 0,22 mm es más que suficiente en el caso del nailon y un 0,10 mm en trenzado, empalmando unos dos metros de bajo de unos 0,25 mm de diámetro. No hace falta que sea fluorocarbono, pues los cefalópodos no son nada selectivos en el momento de picar.

Los señuelos son más específicos. No nos valen las pequeñas jibioneras flotantes que usamos para pescar a modo tradicional, sino que para eging usaremos jibioneras que ya vienen montadas de serie y provistas de pesos específicos. Algunos de estos señuelos llevan un pequeño plomo incorporado –ya sea móvil e intercambiable– y estos serán los ideales para pescar a ras de fondo para tentar sepias y pulpos. Existen otros modelos sin plomo, más equilibrados y con una natación más natural, que podemos usar para el lanzado y escrutinio de superficie y medias aguas buscando los deseados calamares.

Dónde, cómo y cuándo

La ventaja de esta pesca es que no tenemos que desplazarnos demasiado. Los pulpos y sepias suelen picar durante todo el día, caso distinto de los calamares, para los que deberemos madrugar y salir con los primeros rayos de sol. Podemos quedarnos cerca del puerto, donde no estorbemos al tráfico de las demás embarcaciones, y derivar entre los cinco y diez metros de fondo. Es la mejor hora para los calamares.

Los calamares

Escogeremos los señuelos pesados pero que no tengan plomos a la vista, el color siempre es un misterio, por lo que existen tantas tonalidades en el mercado. Lo lógico es usar colores claros, pero hay días que entran de noche con el color negro, así que, nunca se sabe. Lanzaremos a modo de casting, dejaremos hundir el señuelo hasta tocar fondo y lo iremos recogiendo lentamente y dando pequeños tirones. Se trata de localizar los cardúmenes de calamares, así que iremos lanzando en todas direcciones y recogiendo a distintas profundidades hasta notar la ansiada picada.

A diferencia de las sepias y pulpos, los calamares sí se lanzan violentamente sobre nuestros señuelos, notando en la caña una buena picada. Clavaremos bien con la caña, pues los señuelos para cefalópodos vienen provistos de coronas con múltiples pinchos sin muerte, lo que propicia que se pierdan muchos de ellos por el camino.

La ventaja del eging es que, si se escapan a simple vista y permanecen unos segundos a nuestro lado, podemos recuperar la pieza lanzando el señuelo de nuevo a su lado. Los cefalópodos son unos seres tan inteligentes, que no dudarán en lanzarse tras él de nuevo! Es muy divertido pescar calamares a “pez visto”: ves como se paran, se lanzan tras él, se ven presos de repente, explotan en tinta e intentan liberarse.

A medida que el sol se va levantando, los calamares se adentran. Habitualmente pueden hacerlo a bastante más fondo, entre 20 y 35 metros.

Sepias y pulpos

Los buscaremos a pleno día, cuando hayamos desestimado la búsqueda de los calamares a medias aguas. Situaremos nuestra embarcación o kayak entre los 8 m y los 20 m de fondo, de menos a más según avance la jornada de pesca. Si no tenemos idea de donde posicionarnos, podemos observar las demás embarcaciones, sin acercarnos demasiado ni molestar.

Nos pondremos a pescar a la deriva y, cuando ésta decaiga, prepararemos los motores eléctricos para poder seguir moviéndose, o no pescarán más. Esto no pasa con el eging. Nos situaremos en un punto, podemos escoger señuelos bien plomados y rastrearemos el fondo que rodea nuestro barco. Iremos lanzando lo más lejos posible, dejando que la jibionera contacte con el fondo y recogeremos lentamente, con pequeñas pausas y toques con la punta de la caña. Si se esconde algún pulpo o sepia en la arena de nuestros alrededores, no dudará en abalanzarse sobre nuestro señuelo.

Cuando notemos un peso, clavamos los anzuelos con decisión y recogemos sedal tranquilamente hasta la superficie. Si es un buen ejemplar, nos ayudaremos del salabre, si es de pequeño tamaño, podemos levantarlo a pulso y apuntar al cubo que siempre tendremos a mano.

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