¿Y después del Optimist, qué?

***melilla vela ligera copiaSin duda, el Optimist es la cuna por excelencia de la vela. La inmensa mayoría de los practicantes de nuestro deporte han usado esa clase para labrar sus primeras estelas en el mar. Pero esa clase tiene unos límites que no se deben o pueden superar. El Optimist es una clase infantil, con un límite de edad que no se puede superar: el año en que se cumplen los 15 es el último en que se puede competir en este barco. Por otro lado, aunque la edad lo permita, no aconsejaría a nadie que pese más de 50 kg a finales de agosto que inicie una nueva temporada de Optimist.

Así que tras acabar la etapa inicial de navegación, debemos empezar a contemplar la continuación de nuestra carrera deportiva. Es el momento de cambiar de clase. ¿Cómo lo enfocamos? ¿Cuáles son las alternativas? Las clases que podemos contemplar, dentro del panorama juvenil, pueden ser el Europe, Laser 4.7, el 420, el 29er y el catamarán…
El cambio de clase es un momento clave de la carrera deportiva de cualquier regatista. Debe ser muy meditada si queremos que el resultado sea el esperado. Debemos considerar puntos tan importantes como la morfología, el carácter, el entorno, los intereses deportivos de cada deportista, la disponibilidad.

Meeting Optimist

¿Clases juveniles u otras? ¿Solo o en doble?
Tras el Optimist, hay un determinado número de opciones posibles: las clases juveniles, aquellas que tienden a conducir a los deportistas hacia las clases olímpicas (clases estratégicas), que son el objetivo final dentro del mundo de la vela ligera. Hay otras, naturalmente. Si queremos que nuestros hijos sigan navegando, que mantengan la afición que les hemos fomentado durante años, es conveniente que el cambio lo hagan para navegar en clases con un bien nutrido calendario de regatas.
Otros factores importantes hacen referencia al carácter y circunstancias de cada uno. Hay regatistas que han nacido para navegar solos. Navegar con un compañero tiene sus pegas: pasas a depender de otra persona, algo que hasta ahora nunca nos había sucedido. Los compromisos familiares o académicos pocas veces coinciden plenamente y el grado de compromiso de ambos debe ser similar. Pero también tiene sus ventajas: fomenta el trabajo de equipo, las relaciones personales, la tolerancia… y siempre tienes quien te ayude a subir el barco al remolque y a pagar los gastos, que en nuestro deporte nunca son pequeños. Hay de todo, naturalmente, pero he visto tripulaciones que han acabado siendo amigos del alma, inseparables en el mar y en la vida.

International Grand Prix Vila de Blanes 2010
International Grand Prix Vila de Blanes 2010

Cuando se forma una tripulación, debemos tener muy claro cómo es el otro, si vamos a poder encajar bien y formar un buen equipo. Y siempre debe establecerse un compromiso claro que lo incluya todo. Calendario de regatas y entrenamientos a los que nos comprometemos a asistir, reparto de la propiedad del barco y los gastos que se deriven del mantenimiento del mismo y de la práctica deportiva… todo. Y mi consejo es que los compromisos no alcancen más allá de la temporada en curso. Si todo va bien y no han cambiado las circunstancias se renueva temporada por temporada. No debe establecerse un compromiso de larga duración que pueda hipotecar el futuro de los regatistas.
Caracterología y morfología de cada uno, y las circunstancias personales. Eso, sin olvidar también las preferencias personales, es lo que debemos tener claro antes de dar el salto hacia nuevas clases.

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Una vez decidido si navegaremos en solitario o en doble, y en resumen, las clases que podemos contemplar dentro del panorama juvenil, pueden reducirse al Europe, Laser 4.7, el 420, el 29er y el catamarán, clases que analizaremos en posteriores artículos.

Por Eduard Rodés