Albacoras, la especie estrella
La pesca desde embarcación en el País Vasco presenta numerosas diferencias con respecto a la pesca que hasta ahora habíamos visto en las distintas costas del Mediterráneo, ya que se trata de un mar abierto y, de hecho, perteneciente al Océano Atlántico.
Entre las piezas que podemos capturar con relativa abundancia en la costa vasca están la lubina, el bonito del Norte, numerosos pelágicos… La mayoría de capturas podemos obtenerlas con una de la técnicas más habituales: el curricán.
La pesca recreativa en el Golfo de Vizcaya es muy parecida a la del mar Cantábrico. Las mareas influyen mucho, sobre todo en la pesca desde playas, espigones o acantilados y con respecto a la pesca desde embarcación nos encontramos ante un mar muy distinto al Mediterráneo, puesto que la marejada suele ser habitual y las costas acantiladas casi siempre están acompañadas de abundante espuma y olas rompiendo contra ellas. Asimismo, la plataforma continental se encuentra a escasas millas de la costa, a diferencia de los lugares costeros del Mediterráneo. La temperatura del agua hace de la costa vasca un lugar óptimo para albergar en los meses cálidos a todo tipo de peces: anchoas, pelágicos, costeros como jureles y otros de mar abierto, como la albacora. Esta última especie es una de las más buscadas en la zona, que se identifica por sus alargadas aletas pectorales y ojos más grandes en comparación con el atún rojo.
La albacora se acerca en verano a las costas del Golfo de Vizcaya y muchas embarcaciones. Para su captura, los pescadores recreativos utilizan artificiales, muchas veces elaborados con rafia, vinilos… Pescaremos con equipos de 50 y 80 libras, porque los bonitos pueden llegar a pesar más de 30 kilos y, los patudos, monjas o bonitas pueden llegar a pesar más de 100.
Son especies que están acostumbradas a estar en grandes masas oceánicas y aunque se encuentren cerca de capas superficiales, no estarán a gusto en aguas de poco calado. De modo que realizaremos grandes desplazamientos, a varias millas de la costa.
Albacoras a curricán
La técnica será idéntica que la que realizamos cuando buscamos atunes a curricán. Lo habitual en una embarcación equipada para esta pesca, es desplegar un mínimo de cuatro cañas, dos por banda, más abiertas y más largas y otras dos por popa, a menor distancia. Pero el número de cañas dependerá de las características del barco y de las habilidades de sus tripulantes, llegando incluso a poder colocar hasta siete cañas.
El bonito es un feroz predador, que se alimenta con voracidad de peces pelágicos a los que atacan en grupo, casi sin reparar en el tamaño de los mismos. Sus ataques se realizan a una velocidad considerablemente alta, así que no hemos de temer navegar por encima de los 6 o 7 nudos de velocidad. Si logramos dar con un bálamo de bonitos o de cualquier otro túnido, las picadas pueden ser constantes y tener todas las cañas combadas en cuestión de segundos, sobre todo con ejemplares que no sobrepasan los 5-6 kilos. Es entonces cuando se acumula el trabajo a bordo y se pone a prueba la destreza de los tripulantes, que tendrán que luchar a brazo partido con estos combatientes natos, con una coordinación absoluta. El comportamiento del bonito es muy similar al del atún rojo, y si se trata de ejemplares del mismo peso es muy difícil diferenciarlos, mientras estamos en combate.
El Golfo de Vizcaya
El Golfo de Vizcaya es un golfo del océano Atlántico Norte que comprende, aproximadamente, desde el cabo Ortegal en Galicia hasta la punta de Penmarch en Bretaña (Francia). Baña las costas de las comunidades autónomas españolas de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco, así como las regiones francesas de Aquitania, Poitou-Charentes, Países del Loira y Bretaña. Pero realmente, en España, se emplea la designación “Golfo de Vizcaya” para referirse a la parte más oriental del mar Cantábrico, con la que se designa el mar litoral que baña la costa norte de España y la costa suroeste de Francia, que correspondería con lo que los romanos nombraron en su día como “bahía de los cántabros”.
Así, a esta costa la conoceremos como la que abarca la totalidad del País Vasco. Costa escarpada, con multitud de acantilados entre los que se abren playas y pequeñas bahías, generalmente en las desembocaduras de los ríos (que suelen ser en forma de rías). Aquí se prodigan todo tipo de ecosistemas costeros, dándose grandes acantilados y zonas rocosas, como Punta Galea en Vizcaya, rías importantes como la del Nervión, la del Bidasoa o la de Mundaka; marismas o grandes extensiones de arena y playas como la de Zarauz, Bakio o la de Somorrostro, en la zona de las Encartaciones, casi limítrofe con Cantabria. Mientras que al entrar en la costa francesa ésta se vuelve más recta, baja y arenosa, con numerosos pantanos y marismas.
En Vizcaya destaca la bahía de la ría de Mundaka, cuyas marismas fueron declaradas por la UNESCO, en 1984, Reserva de la Biosfera. Aparte de la riqueza biológica y paisajística que entrañan estos humedales, podemos encontrar playas como la de Laga, la Laida o la de San Antonio.
La temperatura media del agua es ligeramente superior a la del resto del litoral cantábrico, dada la ubicación más meridional del territorio vasco. Como promedio orientativo, podríamos estimar en 1ºC la diferencia de temperatura media en cada una de las comunidades que comparten la Cornisa; Galicia, Asturias y Cantabria.