Isla Mauricio

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La isla de Mauricio se convirtió hace muchos años en un destino turístico de primera magnitud, siendo visitado por gentes de todo el mundo que buscaban descanso, paz, playas de arena blanca y aguas cálidas, pero sobre todo naturaleza y tranquilidad, narrando luego sus vivencias a conocidos y familiares hasta crear una especie de mito en donde ya se empezaba a hablar de la pesca de altura de cierta calidad.

 

Desde hace bastante tiempo y hasta la actualidad, el ámbito de Mauricio es bastante conocido por pescadores deportivos de todo el mundo, sobre todo por los caza récords de IGFA, ya que en estas aguas abundan el marlin negro y azul y varias especies de tiburones, peces que han conseguido figurar en más de una ocasión en los anuarios de la misma Igfa con los ejemplares más grandes del mundo…

Ahora que conozco Mauricio puedo decir que es, realmente, un pequeño “gran país”… Pequeño en extensión pero grande en corazón, que se diría de una persona ¡Sí! Ya sé que pensarán en la pesca, pero… ¿De verdad vendrán aquí sólo a pescar? ¿No tomarán un baño en estas cálidas y cristalinas aguas? ¿No van a pisar las blancas arenas de estas playas? ¿No van a visitar sus bosques, sus plantaciones de café, piña, caña de azúcar, salinas, la tierra de los “siete colores”, la boca y el cráter del volcán extinto, algún templo hindú? ¿No se van a mezclar un poquito con estas gentes, buenas y nobles como éramos nosotros hace tiempo?

Pueden creerme… Pagarán por venir a pescar y llegarán con ese vivo deseo, pero una vez aquí notarán el efecto sedante del entorno y pescarán, desde luego que pescarán, pero lo harán sin tensiones y de una forma tan relajada que influirá positivamente en los resultados, tanto en calidad como en cantidad.

Mauricio es un país pequeño, pero por eso mismo muy tranquilo y bastante acogedor, habitado por gentes buenas, nobles y sencillas capaces de ayudar a propios y extraños ante cualquier problema o dificultad que puedan detectar. Son humanos por naturaleza, amigos por tradición y bienhechores por imposición religiosa. Difícilmente podrán encontrar el más mínimo indicio de delito por pequeño que éste sea, y si lo hay, les aseguro que llega desde los mismos turistas, jamás de un mauriciano.

En cuanto a los servicios, notará grandes diferencias. Jardineros, encargados de las habitaciones, de la limpieza, camareros, cocineros, guardas de seguridad, personal de piscinas, gimnasios, playas, taxistas, etc, muestran un servilismo y educación excepcional, siempre con ganas de ayudar y agradar, mostrando en definitiva una gran seriedad laboral. Hay que fijarse mucho en ellos para descubrirlos bromeando, y es que en el fondo mantienen una relación de compañerismo como en cualquier otra parte del mundo, pero primando el respeto. La verdad, resulta difícil mostrarse exigente o enfadarse con ellos cuando cometen algún pequeño error, ya que siempre sonríen con agrado y no saben mirar con malicia. Y eso viene desde arriba ya que sus mismos encargados y tras ellos sus jefes, dan ejemplo y conviven como en una gran familia. En realidad aquí los superiores son respetados y queridos, nunca temidos… Y así da gusto convivir, ya que son felices trabajando, y cuando los ves así te transmiten confianza, seguridad y bienestar.

Por otra parte, es difícil encontrar un país cuyas gentes, costumbres, forma de vida, cultura, servicios, etcétera, reúna tantas virtudes. Es cierto que gusta el orden de los países nórdicos, el rigor de los americanos, el calor de los caribeños, la hospitalidad de los orientales y la seguridad de tu propio barrio… Pero aquí lo tienes todo y puedes pasear a cualquier hora del día, solo o en compañía, sin preocupaciones. Te cruzas con mil personas y pasas totalmente desapercibido. Llegas a una playa alejada de los servicios hoteleros y te mezclas con los 2.000 nativos que la ocupan (musulmanes e hindúes prácticamente se bañan vestidos) y nadie te mira. Nadie toca tu ropa. Encima, puedes comprar la comida y comer en los centenares de vehículos especiales que se estacionan junto a las playas; lo mismo que ellos y al precio de ellos, es decir, por 150 rupias bebes y comes hasta saciarte.

Por último, todo el mundo trabaja y a las 5.00 h ya hay un ejército de empleados en la calle; barriendo, fregando, recogiendo basuras, haciendo colas en las paradas de bus, regando el campo, plantando, recogiendo frutos o la sal de cada día. En fábricas, en talleres o en los numerosos y grandes hoteles que en realidad son pequeñas ciudades.

 

La pesca

Por mucha experiencia que pueda tener en la pesca, sobre todo con la de especies determinadas, no olvidemos nunca que los forasteros somos nosotros. Ni tampoco que cualquier patrón, marinero o skipper, tiene más interés que nosotros en conseguir una o varias capturas de calidad. Incluso cuando lo ven imposible varían el tamaño o el color de los señuelos, las tácticas, el equipo y hasta la zona de pesca, y no cejan hasta que logran algo, posiblemente de menor rango, pero algo, pues son auténticos profesionales. Su seriedad y experiencia, y su forma de trabajar una vez a bordo, hacen que sea fácil y rápido cogerles apego.

Por otra parte, no vale la pena gastar tiempo o saliva en convencerles de que nosotros somos grandes pescadores. Ni de las enormes capturas que hemos conseguido en Cabo San Lucas, en los Cayos de Florida o en Venezuela. Ellos, aquí, son los reyes: Primero porque son partícipes de muchos récords mundiales y en varias categorías; segundo porque conocen las aguas y solo con ver el color, el sentido de la corriente y la dirección del aire, ya saben qué hay, por dónde se mueve, cómo perseguirlo y con qué capturarlo; y tercero, porque son muy humildes y honestos y viven sin grandes medios, aunque mejor que muchos. Es decir, les preocupa su familia, mantener su ritmo de vida, y su trabajo, aplicándose para realizarlo de la mejor forma posible; lo demás les trae sin cuidado y no se impresionan por nada. Si le sacas al patrón una foto de un marlín de 300 kilos, te traerá otra de uno de 500.

Hay que dejarse llevar, como siempre, aunque comprobaremos que existe mucha más confianza. Eso sí, en todo momento podremos decidir si pescamos con el material del barco o el nuestro propio, o ayudar en las tareas de montaje de aparejos, bajos de línea, cambio de señuelos, etc. La libertad es total y si notamos que deben aprender algo nuevo, le preguntarán con interés y se lo agradecerán, del mismo modo que intentarán ayudarnos si observan que tenemos alguna duda, ofreciendo toda clase de explicaciones.

Cada barco cuenta con varios equipos de pesca, que embarca a la hora de salir. Si el cliente quiere perseguir un récord en 30, 50 u 80 libras elige los equipos acordes y la especie. Todo esto queda acordado antes de emprender la salida y de comenzar la jornada de pesca, aunque en previsión suele haber material válido para afrontar una pesca normal, esto es, la pesca al curricán de la especie más emblemática, que es el marlín azul.

Generalmente (para una pesca normal) se montan equipos de 80 y 130 libras, con aparejos y bajos de línea acordes a las normas IGFA. Los señuelos empleados son teasers (excitadores con o sin anzuelos) y los conocidos kona heads en todas las tonalidades imaginables y en varios tamaños.

Por otra parte también se trabaja con montajes y un orden especial, respetando la inteligencia y experiencia de los picudos, de esa forma se suelen montar equipos de varias potencias, siempre pensando en aumentar las posibilidades de captura cuando las cosas tienden a ser más difíciles (el hilo de 50 libras se ve mucho menos que el de 80 y 130, y además, emite bastantes menos vibraciones – ruido).

En el “Tora Tora”, por ejemplo, se empieza calando una caña de 80 libras en el tangón de babor, dejándola trabajar a 40 brazas. La siguiente va en la amura de babor, pescando a 35 brazas y con una potencia de 50 libras. Le sigue la del espejo de popa por babor, pescando a 20 brazas y en 50 libras; en el centro, un teaser con anzuelo, pescando a 45 brazas y con equipo de 80 libras; en el espejo de popa por estribor, una caña pescando a 30 brazas con equipo de 50 libras; otra en la amura de estribor, pescando a 25 brazas y también de 50 libras, y por último, la del tangón de estribor, pescando a 50 brazas. (El orden de lanzado al agua citado es aleatorio, ya que tiene que ver con la distancia de pesca y el gusto de cada patrón).

Sin embargo, a bordo del “Striker 1” se montan de otro modo: las dos cañas de los tangones pescan a 40 brazas del barco y se montan en equipos de 130 libras; las cañas de la amura de babor y estribor pescan a 30 brazas y van montadas con equipos de 80 libras; las cañas del espejo de popa pescan a 20 brazas y van montadas con equipos de 30 libras. El tintero o cañero del centro aloja el excitador, con una serie de calamares y al final un kona head con anzuelo sencillo. Pesca a 25 brazas con un equipo de 50 libras.

Conviene aclarar que tanto cañas, como carretes, hilos y señuelos son de última generación, así como el resto del equipo (garfios, herramientas, accesorios, riñoneras, sillas y soportes para pesca en stand-up, etc). Además, observaremos que los marineros son muy meticulosos preparando aparejos, montando señuelos, afilando anzuelos, comprobando el estado de las líneas y de los nudos… Dedican mucho tiempo al mantenimiento del equipo de pesca, sobre todo mientras se navega al curricán. A los mauricianos les gusta su trabajo, y disfrutan practicándolo y cuando llega la acción.

Una vez están todas las cañas en el agua comienza la acción. Se suele curricanear a unos 8,5 nudos (velocidad GPS – a veces la corriente es tan grande que la corredera marcaría 13 o 14 nudos, con la corriente en contra, o solo 3 a favor). Por muy activos que seamos, al menos al principio hay que dejarlos hacer, pues saben lo que se llevan entre manos; por ejemplo Alex, patrón del “Striker 1”, tiene un récord del mundo en la categoría de 130 libras, gracias a un tiburón mako que arrojó nada más y nada menos que 1.115 libras (506 kilos). El número de marlines negros y azules que ha capturado por encima de los 300 y 400 kilos ni lo recuerda. Y antes de volver de vacío cambia muestras y equipos y hace un “pesquerón” de wahoo, dorados o carángidos.

En otros barcos ocurre lo mismo, pues el comportamiento y experiencia de los patrones, los skippers y los marineros es bastante generalizado. Son bien tratados por los armadores y muchos envejecen junto a ellos, de ahí que exista confianza plena y una gran fidelidad, siendo muy antiguos. Pero no siempre es así. Para no arriesgarse es bueno ponerse en manos de auténticos profesionales, que encontrará en las direcciones indicadas al final.

 

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La zona de pesca

Al contrario que en muchas otras zonas de pesca del mundo, aquí podremos entrar en combate con un marlín azul en la misma línea de costa, y sólo algunos minutos después de embarcar. En efecto, cuando se contrata un chárter de pesca completo los marineros ya tienen preparado todo el equipo que se va a utilizar, y nada más abandonar la barrera de coral sueltan los tangones y calan los aparejos.

Esa barrera suele encontrarse a unos 300/500 metros de la línea de costa, dejando una franja de profundidad entre ésta y la playa que oscila entre 1 y 3 metros, dependiendo de la marea. El contraste es total, ya que el azul del océano da paso a aguas de tonos esmeraldas debido a las arenas, totalmente blanquecinas. Por lo demás, a veces se pesca tan cerca de la orilla que en algunas ocasiones incluso es posible que los bañistas se den cuenta de cuando un barco ha parado de repente, notando que los pescadores han salido a la bañera y que han pescado algo. Los de vista más aguzada incluso pueden ser testigos de cómo un marlin se defiende dando saltos. Increíble pero cierto, tan cierto como la posibilidad de ver las ballenas rezongando, aunque esto ocurre también en la costa mexicana del Pacífico, en Cabo San Lucas (p. e.)

Otra ventaja es que se eliminan los tiempos muertos. En otros destinos recuerdo haber navegado horas y horas para llegar hasta las zonas de pesca, y una vez en ellas sólo se pesca un rato porque hay que recoger rápido para volver a tiempo con luz diurna. Aquí se sale pescando, se continúa pescando durante todo el día y se llega pescando hasta el arrecife de coral, la misma línea de costa e incluso la bocana y fondeadero.

Para que las cosas vayan más o menos bien, lo importante es la profundidad, la temperatura del agua y su color, y el estado de la mar. Si todo es favorable la pesca resulta positiva a partir de los 500 metros de fondo y esa profundidad se encuentra en la misma línea de costa. En la posición 20 25 650N y 57 16 470W, cogimos un marlín azul sobre 450 metros de fondo y con el agua a 26º. En la posición 20 22 426 y 57 17 059, otro, esta vez a tres millas de la costa, sobre 2.000 metros de fondo y con el agua a 27º. Cerca de aquí, en la posición 20 22 630 y 57 17 340, con 1.500 metros de fondo, nos entró otra buena pieza. Entre uno y otro también se cogieron varios wahoos y dorados.