Tras un año en blanco debido a la pandemia, la Regata Puig Vela Clàssica celebró la decimocuarta edición en el Real Club Náutico Barcelona. Pese a las lógicas bajas por la situación sanitaria, ha reunido un elenco de barcos y tripulaciones de muy alto nivel, que compitieron agrupados en las categoría Clásicos y Época.
El campo de regatas barcelonés ofreció una de sus mejores versiones desde la primera convocatoria en 2008. Este año el viento acudió puntual a las tres jornadas de competición, sin precisar que el Cimité de Regatas tuviera que retrasar el inicio de las pruebas, todas ellas arrancadas puntualmente.
El Garbí se vistió con sus mejores galas, soplando en cada una de las tres regatas por encima de los 12 nudos de intensidad. Como además el viento térmico apenas levantaba una leve marejadilla, la flota disfrutó de unas inmejorables condiciones a lo largo de los recorridos costeros que transcurrieron principalmente frente a las playas y litoral de Barcelona, pero también de El Masnou, Montgat y Badalona.
Desde la primera prueba, se intuyó que el Yanira (Bjarnee Ass, 1954) de Andrés León y el Alba (Phil Rodes, 1956) de Damián Ribas iban a ser los protagonistas en la categoría Clásicos. Ambos llegaban con un destacado palmarés a la XIV Puig Vela Clàssica y ganas de aumentarlo. Las tres victorias acumuladas por el Yanira frente a las cinco cosechadas por Damián Ribas, suponían un reto para la tripulación de Andrés León para recortar distancias en el histórico de la regata.
Dos primeros puestos parciales llevaban al Yanira líder a la jornada decisiva, con un Alba al acecho tras acumular dos segundos puestos. En la regata decisiva, el Alba necesitaba ganar e intercalar un barco entre ambos para hacerse con la victoria final. Una combinación que cumplió a medias al imponerse en la tercera prueba, pero el Yanira supo administrar su ventaja inicial y sumar los puntos del segundo puesto para alzar un nuevo trofeo de la Puig.
Si el duelo para dirimir al vencedos en Clásicos fue disputado, aún lo fue más el de las tres siguientes plazas. Con intensidad y alternativas, los Sea Fever de Enrique Curt, Emeraude (Germám Frers, 1976) de Vittorio Cavazzana y Altamar (Alonso Allende, 1970) de Pedro Ramos acumulaban una combinación de resultados tras dos primeros días que les empataba al iniciar el intenso acto final, y el Altamar ganó la recompensa del tercer peldaño del podio. La cuarta plaza fue para el Sea Fever, el barco de menor eslora del grupo delantero, que debutaba en la Puig Vela Clàssica.
Quienes son habituales de esta importante cita, el Fjord III (Germán Frers, 1947) de Scott Perry el Islander (Dickie & Sons, 1937) de Ricardo Albiñana, iban a disputarse el trofeo en la categoría Época. El buen hacer de su tripulación y su competitivo barco, permitieron a Perry renovar la victoria lograda en 019, y entrar en el grupo que ostente un doblete en el palmarés de Puig Vela Clàssica Barcelona. Dominando a su rival con claridad, subió tres victorias parciales a su casillero que le valieron un primer puesto final sin paliativos. Albiñana, sabedor de la inferioridad de las prestaciones de su diseño Dickie & Sons, fue un ejemplo de entusiasmo y deportividad, compitiendo con intensidad las tres pruebas disputadas.
El Trofeo Enrique Puig, que se otorga al equipo formado por un barco Clásico y otro Época, recayó en el dúo formado por el Islander y el Yanira.
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