Mujeres Navegantes en la historia
Al igual que en otros muchos sectores de la sociedad, en el mundo náutico las mujeres estaban consideradas seres menos inteligentes y capaces que los hombres, y llevar a una a bordo suponía –según decían– un claro lastre para las expediciones. Había incluso quien, apoyándose en una antigua superstición marinera, aseguraba que las mujeres traían mala suerte a las embarcaciones, motivo por el cual debían quedarse en tierra. Otras opiniones, decían que eran una distracción para los marineros.
Por suerte, a lo largo de la historia, ha habido mujeres que no quisisieron aceptar esas desigualdades y se atrevieron a saltarse las normas, aun corriendo el riesgo de ser descubiertas y castigadas. Disfrazada de hombre, la botánica francesa Jeanne Baret se embarcó, en 1767, en una de las naves que, bajo el mando de Louis Antoine de Bougainville, formarían la primera expedición gala en circunnavegar el planeta. Baret se convirtió así en la primera mujer en dar la vuelta al mundo a través de sus océanos, trayendo consigo, además, una colección de más de 6.000 especies de plantas (que hoy se conservan en el Museo Nacional de Historia Natural de París), lo que le valió la felicitación del mismísimo rey Luis XVI.
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