Piezas trofeo para el pescador

Son varias las capturas “trofeo” de un pescador, entre ellas, el pargo bocinegro, la sama de pluma y el dentón. Apresarlas desde kayak es una sensación única, tanto por la combatividad como por la cercanía con las mismas.

Por Cristóbal Quirós (El Pinco)

La zona del Estrecho de Gibraltar, una de las preferidas por los pescadores, donde predominan los fuertes vientos de poniente, levante y las grandes mareas ricas en nutrientes que atraen a muchas especies de pez pasto, jurel, caballa, sardina. Asimismo, también abundan calamares, sepias, pulpos y otras especies que resultan ser el alimento principal del pargo bocinegro (Pagrus pagrus), pargo o sama de pluma (Dentex gibbosus), también del dentón (dentex dentex), al igual que infinidad de otros grandes depredadores como el atún, palometón, pez limón, chiva, etc. Y los reyes de las profundidades, como el mero, cherna, tachano, abadejo, sin olvidar otras especies como la lubina, baila… etc.

Los pargos bocinegros y las samas o pargos son especies diferentes que comparten hábitat. Les gustan fondos rocosos y zonas mixtas de roca y arena, se encuentran en fondos de 20 m de profundidad y, por lo general, los adultos de ambas especies se encuentran a mayor profundidad y distancia de la costa, no siendo extraño capturarlos desde embarcaciones en profundidades superiores de 200 m. Por norma general, se suelen capturar más en primavera y en los meses de diciembre y enero aunque hay años en que suelen estar más activas ambas especies en otras fechas. El pargo o sama suele alimentarse de cefalópodos, pulpos, sepias, calamares, sardinas, lachas, jureles, caballas y un amplio etcétera de pequeños peces. En cambio, el pargo bocinegro suele alimentarse de pequeños crustáceos, moluscos y otras especies de peces al igual que la sama. De ahí la efectividad de los vinilos al simular un amplio abanico de peces, de los cuales se alimentan ambas especies.

Los días previos o posteriores a fuertes temporales de viento de levante, suelen ser momentos óptimos para buscarlos en los cambios de mareas que los activan más, por lo que deberemos estar más atentos aún en ese de momento para tratar de conseguir alguna captura.

¿Por qué pescar desde kayak?

La deportividad que requiere pescar en un kayak, ya sea por las sensaciones de una lucha más mano a mano con el pez, no es comprable con la pesca desde embarcación. El fácil posicionamiento en la piedra y la forma sigilosa de llegar, entre otros aspectos, son determinantes para quedar prendado de esta práctica. Sentir tan cerca la captura son sensaciones únicas que sólo los que pescamos desde kayak sabemos apreciar, a pesar de los inconvenientes, comparado con la comodidad, movilidad para desplazarse y grandes recorridos que aporta una embarcación a motor.

La planificación

Antes de realizar una salida de pesca desde kayak tras los pargos, deberemos tomar muchas medidas de precaución. Lo habitual es estudiar el pronóstico del tiempo e ir observando los cambios de viento, mareas… Sobre todo pondremos mucha atención a los indicativos de que puede venir un cambio repentino y no confiarnos, porque nunca se sabe si puede adelantar la previsión. Deberemos llevar todas las medidas de seguridad, chaleco, emisora, teléfono con la máxima batería e intentaremos, en la medida de lo posible, ir acompañados. Llevaremos provisiones, comida, abundante agua o bebidas energéticas, ropa adecuada para el clima existente ese día y, en jornadas soleadas o de verano, llevaremos bastante protección solar y vestimenta adecuada para estar fresco y evitar quemaduras de sol.

Material empleado

Para capturar pargos o samas a jigging es muy efectiva la utilización de vinilos, como los artesanales, ya que funcionan muy bien con muchas especies. Jugaremos con pesos y medidas según las corrientes y la profundidad del momento. Preferentemente la cañas serán parabólicas o semi parabólicas, sensibles y a la vez potentes, en medidas comprendidas entre los 1,70 y 2 m. Los carretes, de tipo spinning, en modelos entre 4500 y 6500 valorando mucho que el peso del conjunto no sea excesivo para que nuestro brazo no se sobrecargue y nos impida continuar con la pesca. La línea trenzada desde 0,30 a 0,36 mm de diámetro y un bajo mixto del 0,70 que nos permita luchar con garantías contra nuestro adversario. Tengamos en cuenta que la pelea del pargo se da en el fondo y estos no dudan en golpear en repetidas ocasiones con la cabeza en la piedra tratando de liberarse del anzuelo. Para esta pesca usaremos fluorine, mejor aquí que el fluorocarbono. Este primero es más conveniente por su mayor resistencia a la tensión al mismo diámetro, lo que nos permite que, donde normalmente usaríamos un diámetro de 1 metro, podamos reducirlo en un 25% sin sacrificar resistencia y, al mismo tiempo, permite que el movimiento de nuestro señuelo sea más fluido y natural. En este caso, la profundidad será nuestra aliada para ocultar la línea, aunque en zonas de menos profundidad sí que será necesario el uso de fluorocarbono.

Los señuelos varían según la zona de pesca, profundidad o visibilidad del agua, preferiblemente montaremos artificiales de poco peso, siempre que la marea o profundidad nos lo permita, a mayor profundidad y marea deberemos ir subiendo el gramaje pero por norma general, en fondos comprendidos entre los 15 y los 30 metros suelo usar el modelo JLC Dentón entre 70, 100 y 140gr o el modelo JLC Zanzíbar en pesos desde 160 y 200 gr en profundidades que superen los 30 metros de sondeo.

Para aguas turbias o profundas habremos de decantarnos por colores llamativos, los dos más aconsejables o que más destacan son en el rosa nácar o caqui rosetón, y para aguas claras o menos profundas colores más naturales. Debido a la refracción del sol, los colores a más profundidad se van perdiendo y éste será factor determinante a la hora de decidir qué colores montar. Aunque existen tablas indicativas de los colores, la experiencia nos dará las claves, ya que en igual profundidad, pero en zonas diferentes, tienen predilección por un color más que por otro.

Para localizar nuestras presas contaremos con una sonda, ya que por muy buen cebo que llevemos o señuelo, si no damos con nuestras presas no nos servirá de nada. A los pargos y samas les gustan las zonas mixtas de piedra y arena, sobre todo a los pargos bocinegros, áreas en las que es más habitual dar con ellos, incluso en arena por lo que muchas capturas suelen darse fuera de la piedra.

Consideraciones

Buscaremos grupos de peces pasto, pegados a las piedras; es ahí donde irán los depredadores a alimentarse. Una vez localizados, calcularemos la trayectoria y velocidad de la deriva para posicionarnos y dejar caer nuestros señuelos. Estaremos atentos a la sonda y trataremos de poner el señuelo lo más cerca posible. Por norma general, siguiendo estos pasos suelen dar la picada cuando el señuelo va bajando por lo que cuando notemos que éste deja de caer, nos apresuraremos a cerrar el pickup del carrete y recogemos línea para dar un tirón con la intención de clavar. Si no hemos tenido picada, entonces iremos alternando movimientos para provocarla intentando emular un pez herido en el fondo, dándole desde pequeños tironcitos con recogida suave de carrete, hasta tirones rápidos y amplios con recogida más rápida sin llegar a subir a superficie. Controlaremos la sonda para ver a qué profundidad se encuentran y de esa forma tener el señuelo lo más cerca posible de ellos. En ocasiones, si no se produce la picada una arrancada rápida a superficie suele incitarles a atacar. No existe un movimiento mejor o peor que otro, solo deberemos dar con el adecuado en ese momento e ir jugando también con distintos colores hasta dar con el adecuado que provoque la picada.

Sama de más nueve kilos

Una de las capturas a recordar fue la de una sama (dentex gibbosus) que dio más de 9 kg de peso en la báscula. Ese día, lo había probado con todo tipo de movimientos y varios colores, a pesar de lo clara y limpia del agua monté un vinilo JLC Dentón de 60 gr rosa nácar, que es el que más picadas me da con esta especie. Los minutos pasaban y observaba en mi sonda que los depredadores estaban en la zona pero no tocaban los señuelos. Suelo grabar mis capturas siempre y en esta ocasión no podía ser menos aunque no la picada. Después de probar con todo, cuando ya había subido bastante el señuelo del fondo, paré un momento de recoger línea para apagar la cámara y recoger rápido para remontar nuevamente la piedra, ya que la marea, aunque poca me había apartado de la marca. De repente, noté un picadón. Rápidamente clavé y acto seguido, empezó a sacar hilo. Encendí nuevamente la cámara y empecé la lucha. Los primeros instantes no sabía qué podía ser, la picada fue muy arriba y las samas y pargos no suelen subir tanto. ¿Róbalo, dentón? ¿tan alto? Por la experiencia, empiezo a entender qué tengo al final de la línea. Esa forma de luchar incansable la delata pero hasta no verla en superficie no supe a ciencia cierta que era. Lo que ocurrió fue que estuvo todo el tiempo observando el señuelo sin decidirse a atacar pero lo siguió, y cuando vio que huía a superficie e iba salir fuera de su zona de caza fue entonces cuando atacó. Ya en casa al limpiarla vi en su interior bastante alimentos, restos de cefalópodos y algunos peces pasto, se ve que no tenía hambre o al menos no la suficiente, de ahí su comportamiento.