La pesca en otoño

Si el Mediterráneo presume de albergar una especie abundante y presente en toda su extensión, ese es el congrio (zafío o safío en Andalucía, Ceuta y Melilla). En el mismo hábitat encontramos también brótolas, gallinetas, peces de San Pedro, merluzas, pargos, etc.

Para ser sinceros, la pesca deportiva de las especies citadas está muy extendida, ya que son peces agradecidos para la buena mesa y muy común en lonjas y mercados, fácilmente identificables por cualquier aficionado y muy apreciados como trofeo, sobre todo el congrio. Hablamos de congrios de tamaño medio, de ejemplares que pueden pesar entre uno y tres o cuatro kilos, que son aquellos que viven más cercanos a la costa, donde la profundidad es escasa y están al alcance de los aficionados al rock fishing (pesca desde las rocas), e incluso el surf casting (pesca desde la playa – congrios de arena o congrio blanco). Pero en esta ocasión, hablaremos de grandes presas y de los grandes congrios, esos monstruos abisales que se hacen los dueños de cualquier oquedad del fondo y que se convierten en “okupas” de los viejos pecios.

 

Grandes peces, grandes cebos

El famoso dicho de “burro grande, ande o no ande” toma aquí un gran protagonismo, y es que serán la rudeza de los aparejos y el tamaño del cebo los factores que intensifiquen el interés de los grandes peces por atacarlos. Por supuesto, lo primero es encontrar el lugar preciso, un lugar en el que sepamos de antemano que la presencia de depredadores es real, y es que de nada sirve ponerse a trabajar con la máxima concentración, utilizando los mejores cebos y aparejos, si esa presencia es nula y nos la jugamos a un encuentro casual.

Equivocada o no, existe la teoría de que los grandes congrios y brótolas solo se encuentran alrededor o dentro de los viejos pecios. No sabría decir exactamente hasta qué punto puede ser verdad, pero de momento yo ya he cogido varios congrios gigantes, y sobre pecios, nada de nada… Por el contrario, he pescado varios pecios y no he logrado capturar un solo congrio, ni pequeño ni mediano, por lo tanto mi experiencia personal me dice que esa vieja afirmación es algo relativa y que según los casos tiene mucho de incierta, ya que teniendo en cuenta la presencia conjunta de otros factores sí puede hablarse de una realidad.

Por habladurías, hay varios pecios que arrojan capturas impresionantes, pero no solamente de congrios, también besugos, pargos, dentones, brótolas, gallinetas, chernas, etc. Ahora bien, son grandes pecios localizados muy lejos de la costa y a profundidades que van desde los 250 a los 450 metros, y que mantienen muy buenas poblaciones debido sobre todo a que muchos días no se puede salir a pescar por el estado del mar, y cuando se puede, a las fuertes corrientes, ya que muchas veces resulta imposible controlar las derivas para conseguir un fondeo perfecto, fundamental para una pesca encaminada a este gran predador.

Ramón Raventós, patrón del Sardineta, es uno de los mayores especialistas que conozco para este tipo de pesca, y es que llegada la hora de pescar sobre pecios situados en grandes fondos, con mala mar y con fuertes corrientes, hay pocos como él para dejar el barco en una zona que aún siendo neutral haga llegar el aparejo encima de la misma cubierta, ya que tras localizar el objetivo estudia las derivas con una exactitud increíble, pasmosa. Cuando dice ¡Ahora!, no hay más que hacerle caso, y la prueba de que no se equivoca es el mismo aparejo cuando sube con varios grandes besugos, gallinetas, brótolas, alguna cherna o congrio.

Pero Ramón actúa en la costa Brava y ahora hablamos del Mediterráneo en general, de la pesca en otoño, y en el caso que nos ocupa la profundidad elegida para la pesca no sobrepasa los 150 metros. Nos fijaremos en la naturaleza del fondo, que una buena sonda puede descubrir. Buscamos un fondo cenagoso con cascajo, con piedras sueltas aisladas y ligeros desniveles, y de pecios, “nada de nada” aunque si los hay, mejor que mejor. Hablamos de zonas ricas en pesca y fáciles de localizar, ya que cuando se puede salir a la mar se suelen concentrar numerosos aficionados, unos probando el fondeo, otros la deriva, y los más, el curricán, ya que se trata de zonas muy activas donde a lo largo del año se dan circunstancias muy especiales para la pesca de unas u otras especies, ya sean pelágicas o bentónicas. Por lo demás, todas las comunidades costeras cuentan con sus zonas calientes: el “forat” en Barcelona; el “placer de las bóvedas” y el “canto” en Málaga; los “secos” de Motril y Almería; el “Patíbulo” de Alicante, etc, etc, y no hablemos de las zonas de la costa Brava y Golfo de León, deltas del Ebro y el Turia, o de la zona del Estrecho.

En cualquier caso, pescando con equipos de competición (caña larga de punteros intercambiables y carretes de spinning) hemos conseguido algunas buenas capturas, las propias de esta modalidad que precisa anzuelos pequeños, carnada acorde y el empleo de hilos finos y aparejos sutiles… Hablamos de pescar a mano en fondos de hasta 120 metros, con plomos bala de 150 gramos, para lograr besugos de poco más de un kilo, gallinetas, pageles, tres colas, fanecas, etc, y algunas merluzas y rubios (lluernas), junto con abundantes congrios de hasta dos y tres kilos, más alguna sorpresa con forma de pulpo… Y poco más, porque cuando ha habido más, no hemos sido capaces de “levantarlos”, algo lógico valorando la sutileza de los aparejos empleados. Y aquí es donde entra la calidad del equipo y su potencia, la naturaleza y el tamaño del cebo y la experiencia personal.

El equipo

Para una pesca variada, tras peces de rango y calidad, conviene preparar varios aparejos y cañas, a ser posible con los modernos carretes eléctricos (en este caso, de la factoría Daiwa y algunos de Kristal Fishing) Albert, nuestro protagonista, tiene el barco muy bien preparado para “su pesca”, con varias tomas de corriente perfectamente alineadas y montadas, varios cañeros, y un gran número de bajos de línea ya preparados para varios tipos de peces, y en algunos casos válidos para “levantar” lo que entre.

Por si fuesen necesarios, no faltan los equipos de curricán en todas sus categorías, los equipos de jigging e incluso algunos conjuntos de spinning para la pesca en fondos acordes o para la pesca de superficie de pequeños túnidos, escómbridos, etc. O para el uso de las “metralletas” cuando precisa coger pez vivo para la pesca del dentón, una práctica muy habitual de nuestro protagonista.

Albert es patrón del “Spyros II”, una Rodman 10.40 impulsada por dos Volvo de 260 Cv. Cuando se prepara para acometer una jornada de pesca “a la carta”, tras los grandes congrios, dispone dos cañas Daiwa modelo Sealine B20i, de 12-30 libras de acción, con el blank en un solo tramo, más el mango. Los carretes son Daiwa también, el famoso Tanacom Bull 750 FE, y el 1000. Como hilo interior, trenzado de 0,50 mm, válido para arrancar cualquier “tapón” del fondo… En cuanto al bajo de línea, la madre es de más o menos 1 mm de diámetro, con perlas de doble eje bloqueadas por nudos dobles y simples, montando varias gametas de no más de 40 cm de longitud. Los anzuelos, del 4 y 6/0, y por último, un plomo de entre 300 y 500 gramos, según la corriente.

En este caso, al preparar una caña exclusivamente para el congrio, el bajo de línea también es algo especial, fabricado enteramente en monofilamento con una resistencia de 300/400 libras, con remachado de seguridad en el anzuelo y ojal protegido en la otra punta, dentro de un giratorio con grapa de alta resistencia, para que no lo abra nunca.

Albert insiste en que llegados a la zona de pesca y una vez conseguido un fondeo perfecto, hay que pescar sobredimensionado, y en que hay que prestar mucha atención a los grosores de la línea, la calidad del anzuelo, la seguridad en los remaches y a la resistencia del emerillón a grapa, y para confirmarlo nos confiesa que ha perdido muchas grandes piezas por descuidos en los aparejos. Además, los grandes congrios y dentones desarrollan una fuerza terrible, pero lo mejor es que pueden entrar otros grandes colosos, más o menos dentados y con potentes mandíbulas, capaz de destrozarlo todo.

Los cebos

La variedad de cebos cuando sale de pesca a fondo es increíble. Suele traer una nevera Coleman de las más grandes, casi siempre llena con toda clase de peces y despojos de peces. Cada vez que limpia un dentón, una albacora o cualquier otro pez, guarda las partes no comestibles y las congela. Jureles, caballas, y otras especies de menos rango (por el tamaño) también son guardadas para congelar, así como sepias, calamares y pulpos. Al margen, compra sardina, boquerón, chipirones, etc, que guarda en conjunto.

Aún congelado, corta los cebos en grandes trozos y forma un amasijo de carne de pescado que mete en un cebador muy curioso, un cebador con un pie articulado que al contactar con el fondo abre una trampilla que libera todo el cebo. Luego, si dedica una caña exclusivamente para la pesca del congrio solo prepara un bajo de línea con un único anzuelo, cebando con un pulpo entero… En cuanto al resto de cañas, las monta con bajos de línea con varios anzuelos, cebando alternativamente con varios tipos de cebo, siempre voluminosos. Aquí no se corta.

Volviendo al pulpo, ya he dicho que lo pone entero, aunque pese uno o dos kilos… Clava el anzuelo en la parte más dura, en la cabeza, cerca de los ojos. El pulpo, una vez descongelado es un amasijo de carne blanda, resbaladiza, muy móvil, lacia, escurridiza, casi viscosa. Por otra parte, nada tiene que ver el tamaño de la boca del congrio con el tamaño de las presas que puede engullir, lo he comprobado, y es que el pulpo, después de tres duras batallas con un gran congrio, probablemente con la misma pieza (porque los congrios son así de cabezones), sigue entero, con las patas un poco más “cortas” pero ofreciendo todavía un buen bocado, y así aguanta hasta que el congrio se termina de clavar, porque una vez empieza a querer tragarlo no lo abandona aunque muchas veces sea izado 50 metros y se suelte… Al dejar caer el cebo nuevamente, el congrio vuelve a por él sin dudarlo, y así hasta que cae.

El izado a bordo

Posiblemente el momento más complicado en la pesca de un gran congrio llegue cuando se tenga que izar la captura e introducirla a bordo. Si es un ejemplar de pequeño tamaño y el hilo con que pescamos es grueso o se trata de cable de acero, y sabemos que puede resistir la tensión, lo mejor será coger el hilo directamente con la mano e izarlo de un solo golpe, sin brusquedades, ni tirones, pero sin parar.

En caso de ser una pieza importante y de antemano la hemos elegido para sacrificar, no valen sacaderas ni nada parecido: es necesario disponer de un gancho y tener mano y pulso firme para clavarlo, luego y de nuevo de un solo golpe y sin brusquedades, hay que levantarlo. Cuando se trate de una pieza excepcional hará falta clavarles varios ganchos para izarlo, aunque para toda esta operación es importante tener siempre dominada la cabeza, manteniéndola fuera del agua y evitando que pueda sumergirse, de esa forma se podrá trabajar con mayor efectividad y seguridad. Hay que tener siempre en cuenta que el congrio es un pez muy largo, resbaladizo y muy pesado, por tanto puede llevar a engaño: no hay que fiarse de las apariencias y sí tomar muchas precauciones para subirlo a bordo. Si por el contrario el congrio va a ser inmortalizado en una buena serie de fotografías, antes de devolverlo al agua sin daños, sí conviene armarse de una sacadera gigante y fuerte, de las que se emplean para los atunes. Pero ojo, no se permitan un solo descuido; un congrio de más de 20 kilos tiene una fuerza descomunal en la mandíbula y cualquier bocado puede acarrear una desgracia, así que todas las precauciones son pocas.

Precauciones

-El congrio vive mucho tiempo fuera del agua por lo tanto y aunque parezca muerto, hay que ser cauto con sus mandíbulas, muy fuertes y provistas de dientes.

-Para desanzuelar no hay que meter nunca los dedos ni la mano dentro de su boca.

-Siempre que se vaya a destinar a consumo y no se practique el captura y suelta, hay que intentar matarlo nada más sacarlo del agua; en caso contrario muchos conseguirán huir… Normalmente y debido a su longitud no aguantan mucho tiempo dentro de los cubos, por lo tanto acaban deslizándose por la cubierta y si no andamos listos, terminan por encontrar el modo de volver a su medio.

-La mejor forma de inmovilizar a un congrio hasta olvidarse de él consiste en meterlo dentro de un saco y atarlo, o disponer de varias cuerdas y ganchos y mantenerlos colgados por la cabeza

-El congrio es muy tozudo, valiente y voraz… Si pica y se clava bien, pero mientras se sube y consigue soltarse, volverá a su sitio, y si minutos más tarde lanzamos de nuevo al mismo lugar, volverá a picar… Comerá con ansia hasta que finalmente queda prendido y es vencido, incluso después de haber roto algún aparejo y hasta con un anzuelo en su boca, que quizás reconozcan como propio ya que fue perdido en lances anteriores, probablemente minutos antes.

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