Especies, cebos, técnicas y aparejos

Prepárense para disfrutar de una pesca variada, en una profundidad media y prácticamente sobre el tipo de lecho mabundante que hay en el Mediterráneo: el cascajo. Pescaremos con unos cebos y aparejos sencillos de preparar y fáciles y económicos de mantener; se trata de capturar a fondo con aparejos de competición y con varios tipos de cebo, destacando la sardina.

Como pescadores que somos no vamos a hablar de la pesca de especies determinadas valorándolas únicamente por su calidad gastronómica, sino por su rango y valor competitivo. Mantener vivo el espíritu deportivo va a servir para lograr una selección natural de los peces que sí se pueden guardar, es decir, recomendamos no conservar todos los peces que piquen, que se claven y que entren a bordo, sino una parte de ellos, realmente los que superen un tamaño mínimo estipulado por la ley o por nuestra propia conciencia o grado de deportividad, pero sobre todo que pertenezcan a una especie que nuestros estómagos realmente sepan valorar y apreciar.

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Por otro lado, en fondos de cascajo (una profusión ininterrumpida a lo largo y a lo ancho de nuestro mar de piedras sueltas, lodos, arena, manchas de algas, etc) comprendidos entre los 25 y 50 metros, y en la época post invernal, primaveral y otoñal, se pueden encontrar fácilmente especies tan activas como el besugo blanco, la chucla, el serrano, la boga o el jurel, siendo la estrella el pagel. Según las zonas, la época y el fondo, estas especies se pueden alternar con rubios o lluernas, brótolas, pintarrojas, pargos, fanecas, arañas y espáridos como el sargo, la vidriada y la chopa. Una vez los aparejos van subiendo sin capturas, pero con restos de cebos, es de esperar que entren caballas, estorninos y hasta jóvenes llampugas o dorados. Siempre se está sujeto a las sorpresas propias de la pesca, ya que las áreas por donde se mueven los peces son grandes; las especies marinas numerosas, y las migraciones, muy caprichosas, por lo tanto serviolas, palometas, escórporas, gallinetas, dentones, salmonetes, congrios, cabrachos, tres colas, lagartos, etc, también podrían mostrarse de forma ocasional.

Pero en esta ocasión nos vamos a centrar en pulir la técnica de pesca y en conseguir rapidez, efectividad para clavar en la picada y seguridad durante la recuperación para no perder ninguna pieza o para clavar algunos de los escómbridos citados y de costumbres predadoras.

El bajo de línea

Como en otras técnicas de pesca, en esta ocasión el montaje, composición, longitud y accesorios incorporados al bajo de línea van a ser los principales protagonistas de que la pesca sea más o menos fructífera, así como de la efectividad en el clavado y en la posterior recuperación de los peces.

Besugos, bogas, pageles, etc, acostumbran a permanecer cerca del fondo, pero raramente sobre él, como hace el serrano, el cabracho, la araña o el rubio. Es cierto que en grandes cardúmenes y durante un frenesí pueden bajar a comer, siendo frecuente su captura con aparejos de fondo, pero lo habitual es que vivan por encima de los dos y tres metros, como las chuclas, y es ahí donde vamos a probar evitando al mismo tiempo la picada de congrios, “gatos” o pequeñas pintarrojas y otros.

Montaremos un bajo de línea normal y corriente de 1,50 metros de longitud, con hilo de 0,24 a 0,30 mm. Comprobemos que el hilo sea bueno y dúctil, y sobre todo que permita hacer dobles nudos y apretarlos con fuerza, así evitamos usar cianocrilato o nudos prefabricados para bloquear las microperlas. En ambas puntas se debe atar un emerillón barrilete pequeño, pero de alta resistencia, aunque antes hay que pasar 6 micro perlas y 3 perlas de doble eje o micro emerillones.

El montaje es bien sencillo; de las tres perlas rotatorias, dos deben montarse junto a cada emerillón, siendo flanqueadas por dos micro perlas; arriba y abajo hay que hacer un nudo para bloquearlas. Luego se juntan las dos perlas, se busca el centro del aparejo y allí se hacen dos nudos dobles para bloquear la tercera y última perla. Si se aseguran, comprobarán que las medidas son realmente exactas, quedando 75 centímetros entre cada una de las perlas. Las gametas serán de hilo de 0,26 mm, ya que si hay bogas su boca es muy corrosiva ante hilos de diámetros inferiores. En cuanto a la longitud de la gameta, 65/70 centímetros son más que suficientes ya que ante la voracidad, confianza y abundancia de las especies citadas, tampoco conviene que el anzuelo quede demasiado suelto.

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El equipo

Una pesca práctica y efectiva, además de entretenida, debe realizarse necesariamente con un equipo acorde, que nos permita disfrutar por el simple hecho de mantener la caña en la mano… Disfrutar de la picada, del momento del clavado, de la lucha y de la recuperación.

Un “garrote” con un tractor e hilos de 0,50 mm sólo serviría para coger pescado y para izar peces, nunca para pescar, ya que le impediría sentir las enormes sensaciones que proporciona un material equilibrado. Si nos es posible, busquemos una caña de nueva generación, fabricada en carbono, telescópica, dotada de punteros híbridos y sensible, intercambiables según la acción deseada, de entre tres y cuatro metros de longitud. Usaremos el portacarretes (mejor a rosca para olvidarnos de las holguras), y en las anillas, que sean de la mejor calidad por si usa hilos trenzados. Observemos que los accesorios que monta (portacarretes, bastidores de las anillas, casquillos de refuerzo, tapón, etc) sean de acero inoxidable o materiales resistentes a la corrosión y la abrasión; la caña nos debe durar mucho tiempo.

El mercado está lleno de modelos especiales para esta pesca y podemos conseguir una caña por poco dinero aunque si pensamos en una mayor ligereza y escasez de peso, en sus prestaciones, resistencia y que nos dure largo tiempo, mejor invirtamos algo más. Recordemos que las hay que pesan 150 gramos y con anillas indestructibles, y que las mejores vienen con varios punteros y se sirven en fundas de tela y tubos rígidos.

En cuanto al carrete, quizás la relación precio-prestaciones sea más equitativa y más llevadera, pero eso dependerá de nuestra voluntad y gusto. Pero si ya contamos con una caña de calidad no lo complementemos con accesorios mediocres. Entre 45 y 100 euros tenemos una gran gama de carretes disponibles, capaces de almacenar buena cantidad de hilo, de no emitir ruidos ni vibraciones mientras se utilizan, y además rápidos, seguros y potentes. Estemos al caso sobre todo del tamaño, normalmente medio, y sus acabados contra la abrasión y la corrosión, así como la relación de engranajes y número de rodamientos, poniendo una atención especial al rodillo guía hilos, que necesariamente debe ser anti twist (anti- torsión) e ir montado sobre rodamiento. Deberá llevar al menos dos bobinas, una con trenzado de al menos 0,20 mm de diámetro, y otro con monofilamento de 0,35 mm.

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El cebo

La pesca más rápida y efectiva suele realizarse con el empleo de gusanos, ya que afortunadamente las especies disponibles son muchas y cada una de ellas resulta ideal para una clase u otra de pez. Para la pesca en general suelen utilizarse el americano, el coreano y la rosca, y en menor medida el norte, la tita, el llobarrero o la lombriz de arena. Los “cocos” apenas se utilizan desde barco, lo mismo que la funda.

Pero en esta ocasión vamos a pescar con cebo natural, tan natural como la sardina o el langostino fresco congelado (sin cocer), aunque sólo sea para recuperarse de la inversión realizada en un completo y moderno equipo de pesca. Por otra parte y además de económicos, los cebos naturales son fáciles de conseguir, sencillos de preparar y cómodos para usar y conservar. Eso sí, son engorrosos, sucios y normalmente malolientes, de ahí que un alto porcentaje de pescadores experimentados apuesten más por el uso de los gusanos, sobre todo en competición, cuando prima la rapidez en el cebado de anzuelos y la versatilidad en cuanto a las especies que suele capturar, muy sujetas al embrujo y encanto de cualquier tipo de gusano vivo.

Por lo demás, la sardina todavía conserva el título de “cebo rey” para las aguas marinas. Por algo será de siempre y en todas partes. Incluso en Alaska, donde la carne de sardina fresca se usa para forrar algunos de los señuelos rígidos utilizados por los guías en la pesca fluvial de varias especies de salmón. En esta ocasión vamos a comprar media docena de sardinas, cuanto mayores y más frescas, mejor, y 200 gramos de langostinos.

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La sardina: Podemos prepararla en casa o en el mismo barco, aunque a bordo lo haremos con menos precisión. Se trata de limpiar la sardina de escamas, no dejando una sola. Las descamamos todas y limpiamos la zona de trabajo.

Luego, especialmente con un cutter, hacemos unos cortes longitudinales desde la cabeza hasta cerca de la cola. Comencemos paralelo al lomo y hagamos tiras de 6 o 7 mm de ancho por el largo útil de la sardina. Luego, tracemos un corte transversal limpio y separemos la cabeza y un trozo de la cola, y seguidamente apoyemos el cutter sobre la raspa y cortemos hasta que las tiras queden sueltas. Hagamos lo mismo por el otro lado y así con todas. De momento, el triangulito de la cola será guardado para prepararlo de otra forma. Rompamos la cabeza de la sardina con las manos para que el tronco quede desgarrado y sangre… Lo guardamos.

Seguidamente, pase esas tiras a una aguja de gusano, procurando centrarla pero de modo que se pegue más a la piel que al corte. Posteriormente hagamos una pasada con hilo elástico del más fino que encuentre, y crucemos en la dirección opuesta trazando al menos un par de “X”. Esa tira será guardada en un bote y superficie limpia de impurezas y olores extraños.

Acumulemos en un recipiente todas las tiras, aunque también podemos cortar algunas en pequeños daditos o en trocitos de un centímetro. Importante; sobre las tiras y los trocitos de sardina coloquemos en primer lugar todas sus tripas y asaduras, luego las cabezas, rotas por el tronco (ensangrentado), las raspas y las colas… Un bote de plástico, cuadrado o rectangular, irá perfecto. Si lo deseamos, podemos removerlo con cuidado. Haciendo las cosas de este modo conseguiremos que el cebo ya elaborado recupere el olor, textura, brillo y esplendor perdidos durante la manipulación.

A la hora de pescar coloquemos los trocitos en el anzuelo, con cuidado de no manipularlos demasiado y chafarlos, algo que podríamos evitar si los pasamos a la aguja, esta vez hueca (al menos por una punta). De la aguja se pasa mejor al anzuelo, sobre todo con más seguridad y rapidez.

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El langostino: Lo ponemos a descongelar en agua de mar. Luego cortamos cabeza y cola con tijeras (corte limpio) y retiremos la piel abriendo desde el vientre hasta dejar la carne limpia. Ya sólo queda cortarlo en trocitos de tamaño acorde al número de anzuelo: anzuelos grandes trozos grandes, y viceversa. Podemos licrar con hilo elástico, pero el langostino aguanta bien de forma natural.

La pesca

Cuando lleguemos a una zona que reúna las condiciones ideales en cuanto a la profundidad y a la naturaleza del fondo, tratemos de buscar cardúmenes de peces con ayuda de la sonda. Una vez localicemos algo de movimiento, paremos el barco, dejémoslo al garete y observemos hacia dónde deriva. Conviene fijarse en la posición de parada para rectificar si la pasada y deriva es buena.

Pero antes de dejar caer los aparejos, tratemos de fijarnos en la dirección que vuela la bandera o adivinar hacia dónde va el barco (una corriente fuerte podría llevarlo hacia otro lado). El caso es que debemos lanzar siempre en la misma dirección que llevamos el barco, de ese modo y mientras el aparejo llega al fondo tenemos tiempo de colocarnos sobre él y de pasarlo por encima, consiguiendo mayor precisión a la hora de notar la picada y clavar. Lanzar hacia atrás o directamente hacia abajo sería nefasto o bastante negativo, ya que se crearía un arco que sacaría hilo y se restaría precisión.

Luego, una vez se nota que el plomo ha tocado fondo, sólo hay que tensar y mantener siempre el bajo de línea tenso por completo. Un anzuelo y el cebo está sobre el lecho, a una distancia al alcance de los peces que reptan (brótolas, lluernas, congrios, pintarrojas y serranos), y los otros dos sobre el fondo, al alcance de besugos, pageles, chopas, chuclas, bogas, etc. Sus picadas serán constantes y los tripletes consecutivos.

Siendo el mismo hábitat es comprensible que también consigamos jureles, caballas, arañas, etc. Y, si en un momento, el aparejo se afloja y mantiene una posición cercana al fondo incluso podemos clavar algún pagel o rubio.

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